Definitivamente ha caído una maldición sobre Antena 3, y es que, como si de un conjuro de la mismísima Aramis Fuster se tratara -financiado por Telecinco, claro-, a la cadena del Grupo Planeta prácticamente todos los reality shows le salen ranas.
El Bus, Estudio de Actores, El Castillo de las Mentes Prodigiosas -nada más y nada menos-, X-ti, Confianza Ciega y El Marco, forman parte de una larga lista de fracasos televisivos con un importante desembolso. ¿Qué está haciendo mal Antena 3? El mayor error que ha cometido no se encuentra en los formatos, ni en los concursantes, y tampoco en los presentadores, sino en un componente fundamental por el que nunca ha apostado en su justa medida: la repetición vídeos y las tertulias constantes en torno a los temas más candentes de los propios realities.
En ese aspecto sí deberían haber tomado el ejemplo de su rival irreconciliable, la berlusconiana Telecinco que, sabiendo lo que le conviene, bien ha aprendido a sacar rentabilidad a los euros invertidos en Gran Hermano, Supervivientes, Mujeres y Hombres y Viceversa, Las Joyas de la Corona y, por qué no, Sálvame y su Deluxe, que más que un programa atertuliado de corazón, va camino de convertirse en el padre de los show de la vida en directo.
El blog de Carlos Hermida |
Repetir, repetir y repetir, querida Antena 3: por la mañana en El Programa de Ana Rosa, por la tarde en Sálvame, por las noches en Vuélveme Loca, los fines de semana en La Noria, a todas horas en La Siete y la fallecida CNN+ y, si me apuras, también se le puede hacer un hueco en los Informativos de la noche de la Final como Happy End del día. Esa es la receta mágica de tu vecina televisiva.
Y, si no, pensemos en las ventajas que ofrece esta técnica: por un lado, aquellos fieles seguidores de este tipo de programas de entretenimiento estarán encantados y agradecidos a la cadena de recibir tan reiterados mensajes sobre su espacio favorito, de este modo, si se han perdido el resumen del jueves por la mañana, siempre les quedará el de por la noche o el de la cadena secundaria de turno. Por otro lado, está el sector de audiencia que no es seguidor de estos shows pero que en una noche aburrida de miércoles, hace zapping y se queda con ello porque no le queda otra: en esos casos, a más horas del día que abarquen estos programas de tele-realidad, más aburridos indecisos que se sumarán a la cuota de share. Y, en el caso de aquellos que no soportan estos espacios televisivos, bueno, en ese caso toda batalla estaba perdida antes de empezar, pues se trata de un sector de público que nunca se tuvo y nunca se tendrá.